sábado, 8 de agosto de 2015

FELIZ 8/8



Nunca lo había visto…

Ni siquiera sabía por qué razón había decidido asistir a ese evento sola, Él probablemente no iba a asistir y era lo único que ocupaba su mente, todos sus pensamientos, desde hacía mucho tiempo.

Allí se encontraba ella, saludando a unos y otros, de forma cordial y educada aunque un tanto fría, se sentía algo fuera de lugar pero sabía que en cualquier momento, en cuanto entablara conversación con alguien podría abstraerse y se sentiría mejor.

Todos los asistentes habían llegado y la fiesta empezó a animarse, se encontraba en una esquina de la sala charlando con otra chica de la que su Señor se había ausentado temporalmente, cuando de pronto lo sintió.


Por encima del sonido de la música, los movimientos de la gente, el ruido de cadenas, los gemidos, incluso gritos… pudo escuchar claramente el sonido de Su corazón. Él estaba allí, podía sentirle, ni siquiera sabía por qué razón todos esos pensamientos, esos recuerdos de sueños aun incumplidos de repente aparecían en su mente.

Alzó la mirada, se disculpó de su acompañante y empezó a buscarlo entre la gente, era una situación que resultaba un tanto absurda ya que ni siquiera sabía cómo era Él y lo más probable era que no se encontrara allí.

Justo en el otro lado de la sala le encontró. Sabía que era Él, la miraba, sonreía, la había reconocido a pesar de la distancia, la oscuridad, la sala llena de gente… Él jamás la había visto tampoco, simplemente se sentían.

Se miraban fijamente a los ojos, poco a poco comenzaron a sentir que el latido de sus corazones se acompasaba, se convertían en uno solo.

Cerró los ojos por un instante, tomó aire en un eterno suspiro y sin saber cómo había sucedido, de pronto estaba ahí, junto a ella, podía ver con absoluta claridad el brillo en Sus ojos, podía sentir su piel y el mismo aire que Él exhalaba penetraba en su boca como la más sincera promesa.

Pudo sentir Su caricia, la misma que cada noche la acompañaba al inicio de sus sueños, el más dulce beso la embriagó de tanta pasión que perdió todo atisbo de conciencia y ni siquiera se dio cuenta que se desplazaba tras Él, de su mano, avanzando por la sala, entre la gente.

Sentía la felicidad emanar por cada uno de los poros de su piel, estaba desnuda, encadenada a esa cruz que antes únicamente había visto en sus sueños, podía sentir cada una de Sus caricias con tanta intensidad que creyó podía perfectamente haber perdido en ese momento la razón.

Había tapado sus ojos con una venda, pero todos sus sentidos se limitaban a uno solo… Él.

Pudo sentir Sus dedos desplazarse hacia abajo por su espalda, acariciando cada milímetro de piel hasta llegar a notar la esencia de su placer, sentía Sus dedos penetrar entre la humedad, cuando de repente, Su boca acercándose a su oído le susurró.

“Quiero que seas mía.”

Y lo era… Él bien sabía que lo era.

Tras el más despiadado sentimiento de ausencia, de sentir como poco a poco se alejaba y dejaba de sentirle sobre su piel, no tardó en llegar el primer chasquido, rompió el aire con un leve zumbido hasta golpear su piel. Podía sentir el olor del cuero, la presión de Su mano, Su pulso, Su intensidad…. Uno tras otro se iban sucediendo, penetrando el calor, rozando el cuero en su cada vez más enrojecida piel.

No sentía dolor, desaparecía cada vez que Él se acercaba a acariciarla, cada vez que el castigo sobre su piel daba paso a las caricias, a Su cercanía, no era dolor físico el que sentía, sino Su ausencia, el anhelo de sentir Su piel, Sus besos penetrar fieramente en su boca. Ni siquiera podía sentir otra cosa que no fuera el placer de entregarse, de entregar su cuerpo, su dolor… los gemidos dieron paso a los gritos, explotando así en el más intenso orgasmo que jamás había tenido en su vida.

Sentía que le entregaba Su alma cada vez que la azotaba, podía palpar Su placer, olerlo, ver incluso con los ojos tapados toda la luz que desprendía. Le sentía.

Los azotes dieron paso a los besos, a las caricias, pudo sentir Sus dedos rozando delicadamente su piel mientras la desencadenaba, notaba en sus muñecas el cosquilleo, el roce de Sus labios al besarlas una a una.

Únicamente podía sentir el palpitar de su corazón en su pecho, el de los dos, sentía su alma desprenderse de su cuerpo y marchar con Él, le pertenecía, era irremediablemente…. Suya.

De pronto tornó la ausencia, no podía aun ver nada pero le sentía lejos, sentía el dolor, el calor de los azotes en sus nalgas, Su olor había penetrado en su piel, el sabor de Sus besos permanecía en su boca, pero sabía que frente a ella ya no se encontraba Él. Abrió los ojos y solo pudo ver nuevamente el ir y venir de la gente, los juegos, la complicidad, podía escuchar los gemidos y los ruidos de cadenas… todo era ajeno a ella.

Había sido un hermoso sueño, de esos que se sueñan despierto y desaparecen al parpadear, nada de lo que sintió había ocurrido, sin embargo, al otro lado de la sala… Él seguía ahí.



Feliz 8/8  a tod@s... Día Internacional del Spanking..!!



vera





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