martes, 7 de julio de 2015

Suya




Grabada a fuego en mi alma llevo Su marca, cual estigma sagrado de la dulce esclavitud que clama a gritos en mi interior, al desear a tal punto volver a Sus brazos.

Nunca tanto he deseado, nunca tanto he sufrido, a pesar de comprender que tras la larga espera, se encuentra un esperanzador soplo de libertad. Esa que a todas se contradice, mientras el látigo en Sus manos escribe melodías en mi piel y la hermosa crisálida de Sus cuerdas oprime y esculpe mi cuerpo desnudo.

Tantas noches deseando ver de nuevo el brillo en mis labios encarnados por la dulce tortura de Su boca y el resplandor en mi piel, envuelta en esa tenue luz de velas que me descubre hermosa y única en el interior de Sus infinitos ojos oscuros.

Suenan en mis oídos Sus palabras cual música celestial, al decirme suavemente y con voz serena que no desea perderme, que me quiere Suya y a su vez, brotan lagrimas de mis ojos que rezan la promesa que por siempre así será.

Tímida se muestra en mis labios la palabra amor, se descubre y enmudece al compararse con la magnitud de mi sentir, con el valor de mi entrega que dichosa se mece en Sus manos, donde permanece segura, libre de toda tormenta.

Arde cada poro de mi piel desnuda, grita en silencio y se arquea mi cuerpo ofrecido a la noche, a la espera de ser tomado por Aquel a quien pertenece, a quien ansía, a quien espera...

Grita mi alma, clama a mis labios que en silencio esperan la mas dulce y anhelada orden, la que me llevará a sentir el mayor orgullo, la más enorme dicha... a Sus pies postrada y con la mirada baja. Ese lugar largamente esperado donde, se encuentra la felicidad de este humilde ser, que únicamente en Sus manos se ha de hacer llamar sumisa.


vera




                           
         

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