Apoyada en
ese puente, con la mirada perdida entre esas dos pareces y oyendo únicamente el
susurro del agua, julia esperaba. Sabía que francesca no tardaría en llegar.
A penas hacía 48h desde que su Amo
la había sentado frente a ese papel y había puesto un bolígrafo en su mano. A
ella esas horas 48h que habían transcurrido se le antojaban una eternidad… Le ordenó escribir una carta, describiendo en
ella su sentir, escribiendo todos y cada uno de sus límites, transmitiendo sus
deseos y fantasías… todo. julia alzó la mirada hacia los ojos de su Señor, le
extrañaba sumamente esa petición, pues Él conocía mejor que nadie, mejor
incluso que ella misma, todo lo que le pedía que expusiera en esa carta. Su
mirada fue firme y del mismo modo que ella sin mediar palabra le había
preguntado, él la respondió con el silencio. Bajó nuevamente la mirada y se
dispuso a cumplir los deseos de su Amo.
Sentía el
aire frio en sus mejillas como una caricia del viento que la acompañaría toda
la noche en ausencia de Su señor.
Al escuchar
el chapoteo del agua contra las pareces oscuras, recordó cuando de niña había visitado la
ciudad y le habían contado la historia de ese puente, de ese lugar de encuentro
entre enamorados, el puente de los suspiros. No eran suspiros de amor los que
lo habían bautizado, sino los de aquellos condenados a muerte que se acercaban
a los barrotes de las ventanas para ver por última vez la luz del sol. En ese
momento, al recordarlo, la historia de ese puente le pareció hermosa y se
sonrió al recordar su propia cara de asombro y horror al oírla por primera vez
a sus 15 años.
Mientras
permanecía inmersa en sus pensamientos, un leve ruido la bajó de repente de su
nube, era francesca que 10 min antes de la hora prevista y con una dulce
sonrisa en los labios la cubría con un grueso abrigo.
- - Ponte
esto, te espera una larga noche y no debes coger frio.
Hacía una semana que la había
conocido, el mismo día de su llegada a Venecia, francesca los recogió para
llevarles al hotel. En ese momento le pareció tierna y afable, no tardó en
descubrir que podrían llegar a ser buenas amigas. francesca era todo lo
contrario a ella, fuerte, autosuficiente, segura de sí misma, perfeccionista y
con un absoluto respeto por la puntualidad.
La había estado acompañando durante esos dos días, desde la partida de
su Señor, mostrándole la belleza de esa
triste y a la vez romántica ciudad, sin dejarla sola ni un momento hasta que
entrada la noche la acompañaba a su hotel.
Una imagen
en su mente devolvió a julia a lo más profundo de sus ensoñaciones, permanecía
al lado de francesca, siguiendo su paso, pero su mente había regresado a ese
día, el día antes de la marcha de su Amo.
Era la última prueba antes de la
imposición de su collar, iba a ser cedida. Su Amo le manifestó su deseo, no
antes de advertirla que debía pensarlo
con calma, que fuera cual fuese su decisión nada en su relación iba a
cambiar, solo alargaría un poco más la espera.
julia recordó que en el acuerdo entre ambos se había planteado esa
opción y ella nunca la consideró un límite, pero ahora tenía miedo. Su Señor la
tomó de las manos, la besó y le dijo que debía darle su respuesta el mismo día
en que él partiera a Chicago para una reunión de trabajo.
Y ahí se
encontraba, recorriendo tras francesca las calles de aquella ciudad, saliendo
al paso de esas personas que permanecían de celebración y las invitaban a
acompañarlos, observando cada uno de sus disfraces, cada una de esas imágenes
que antaño le parecieron mágicas y hermosas pero que en este momento la
inquietaban. Ataviada con sus mejores galas, aunque sin ropa interior que la
cubriera bajo ellas, julia seguía caminando con paso firme pero no todo lo
tranquila que hubiera deseado, sabiéndose a miles de kilómetros de donde se
encontraba su Señor, dirigiéndose a su primer baile de mascaras.
Todo lo que
sabía de Giovanni era que físicamente se parecía un poco a su Señor, que eran
grandes amigos y que fueron juntos a la universidad, en donde ambos
descubrieron Su sentir como Dominantes. Si había alguien en el mundo en quien
su Amo mas confiara, ese era Giovanni, de no ser así, Él jamás hubiera pensado
ni por un instante, poner en sus manos a Su más preciado tesoro.
De pronto
ese pensamiento la hizo tomar aire, de algún modo la reconfortaba, se sentía
segura, pues nadie poseía la total y absoluta confianza de julia sino su Señor.
Cuando julia le dio a su Amo la
respuesta, Él ya la sabía… puso en sus manos una caja de madera lisa, no
demasiado grande y le dijo que no debía abrirla, debía entrégasela en mano a
Giovanni en el momento en que se le dijera. Luego sonrió y la tomó entre Sus
brazos. Notando Su palpitar en el propio pecho, sintiendo todo el amor de su
Amo en el interior de su alma, julia se elevó en ese mismo instante, tocando
con las manos lo más alto del cielo, justo cuando recibió el beso más intenso y
pasional que ella había podido sentir en toda su vida.
Atravesaba
junto a francesca la plaza de San Marcos mientras julia recordaba una y otra
vez las palabras de su Amo.
- - Debes obedecerle, satisfacerle y
servirle del mismo modo que a mí. Su placer debe ser el tuyo y tu entrega
permanecerá en Sus manos hasta que te devuelva a mí, a tu Señor.
Seguía
caminando al lado de francesca cuando ésta se paró frente a un enorme portal,
se volvió hacia ella y tomándola de la mano cual suave caricia la instó a
entrar.
Toda la
oscuridad de las calles de Venecia se desvaneció ante sus ojos. A penas si era
capaz de asimilar tan luminosa visión. Los techos eran altos, adornados con
imágenes de ángeles y decorados por enormes lámparas de lágrimas de cristal. Las
paredes cubiertas por cortinas color púrpura con ribetes dorados, parecían
alzarse hacia arriba y no terminar jamás. La sala estaba repleta de gente con
los vestidos más hermosos que jamás había visto y sus caras cubiertas con
mascaras de lo más variopintas, todas ellas con un toque romántico y especial.
De repente
se encontró en medio de la sala, entre la gente que bailaba a su alrededor,
sintió un leve mareo que la hizo sujetarse con más fuerza a la mano de francesca.
Alzó la
mirada al alto techo y cuando la devolvió al frente, pudo ver como todas
aquellas personas, que solo un instante antes bailaban a su alrededor, se
detenían dejándola en el centro de un amplio círculo, sujeta a la férrea mano
de francesca y observando la recia figura de un hombre, que ataviado con un
hermoso traje oscuro brillante y
cubierto con una máscara lisa de color negro, se acercaba lentamente hasta
situarse frente a ellas. Había algo familiar en Él, en Sus movimientos, en Su
porte... le recordó a su Amo, no era capaz de dejar de pensar en Él, ni tampoco
de separar la vista del hombre que hacia ella se acercaba en medio de esa
enorme sala.
Se hizo
entonces un absoluto silencio, una magia que la envolvía como si estuviera viviendo
en un sueño, que empezó en el mismo momento en que pudo sentir la presencia de
ese hombre. Entonces francesca rompió el silencio…
-
julia,
este es mi Señor Giovanni. Anfitrión de este baile de mascaras, a quien
acompañarás y servirás esta noche.
El hombre
se acercó a ella acariciando su hombro a la vez que con suma suavidad tomaba la
mano de julia, ésta permanecía inmóvil, escuchando el sonido de violines que
nuevamente envolvía la sala y observando la leve y pícara sonrisa que se hizo
en los labios de francesca al percibir la sorpresa ante sus palabras.
Nadie le
había dicho a julia que Giovanni, el Señor al que su Amo la había cedido, era
el Dueño de su recién estrenada amiga francesca.
Acompañada
ahora por Giovanni, de quien que no había tenido aun ocasión de escuchar el
sonido de Su voz pues se limitó a saludarla únicamente besando su mano, julia
fue dirigida hacia una puerta que había al fondo del salón. Unos pocos comensales, a los que, aun de
haber sabido quien eran, no podía reconocer ya que sus mascaras cubrían casi
por completo sus caras, los siguieron tras sus pasos, mientras a su espalda, el
baile, la música y las conversaciones distendidas, eran retomados por los
demás.
Tras la
puerta había una escalera, ésta les llevarían a una mazmorra situada bajo el gran
salón. Mientras descendía despacio y sujeta en todo momento por su nuevo
acompañante, pudo percibir una melodía. La reconoció al instante, era un
adagio, el mismo que sonaba durante la primera sesión con su Amo.
No pudo
sino recordar con añoranza ese momento, Sus caricias, Sus torturas, lo que
sintió en cada momento… al tiempo que bajo su máscara, unas lágrimas recorría su
mejilla al sentir el temor de no poder entregarse a Giovanni, pues no era capaz
de dejar de pensar en su Amo ni por un solo instante. No podía eludir sin embargo
Sus palabras, las instrucciones que Éste le había dado antes de partir. Debía
servir a otro Señor, como muestra de su entrega y amor hacia Él.
Sin mediar
palabra, Giovanni la fue guiando, dirigía sus movimientos como si fuera capaz
de ver el interior de sus entrañas, como si conociera su sentir. julia podía
sentirle, y a su vez, se sentía inmensamente culpable al pensar que de algún
modo, le faltaba a su Amo teniendo sentimientos por otro hombre, a pesar de
haber sido cedida por Él mismo. Creyó incluso reconocer en Giovanni alguno de
los movimientos de su Amo, eso le hizo pensar por un momento que era Él quien
se escondía tras esa mascara. Pero no podía ser, ella misma le había despedido
en el aeropuerto al partir a Chicago.
Situada
frente a una cruz de San Andrés, mientras aquellos comensales que les
acompañaban observaban la escena en el más absoluto silencio, julia sentía que
en realidad no estaba allí, que seguía inmersa en un sueño, sin embargo, podía
escuchar de nuevo las palabras de francesca, las oía de lejos pero con suma
claridad…
- - Ahora
puedes ofrecer a Giovanni tus obsequios, julia.
Sacó
entonces de un pequeño bolsito que llevaba sujeto a la cintura, la cajita que
su Amo le entregó y también la carta que ella había escrito.
Tras leer
la carta que su Amo había ordenado a julia escribir, describiendo en ella sus
límites, deseos, fantasías y su sentir sin omisión alguna, Giovanni abrió
frente a ella la cajita que le había sido entregada.
En su
interior, para sorpresa de julia, había únicamente un cuchillo curvo, parecido
a los que usan los temporeros para recoger los frutos de la vid.
Giovanni la
tomó entre Sus brazos, la acarició a la vez que la situaba de espaldas a Él,
frente a los comensales que les acompañaban entre los que se encontraba francesca
justo en medio de todos ellos.
Un
escalofrío recorrió su cuerpo, julia no pudo más que cerrar los ojos al empezar
a sentir en su piel, la fría hoja descendiendo, a la vez que desgarraba la tela
y cada una de las cuerdas del corsé que componían su vestido, hasta quedar
absolutamente desnuda e inmóvil.
Aun con los
ojos cerrados, pudo sentir la presencia de francesca que se acercó para retirar
los restos de su vestido.
Entonces
escuchó una voz que le decía:
- - Lo
has hecho muy bien, mi niña.
No podía
ser… era la voz de su Amo, estaba segura de haber entrado en una especie de
trance en el que únicamente podía sentirle a Él, que solo podía sentir el calor
de Su piel, oír Su voz…
Abrió los
ojos entre lágrimas, con lentitud. Pudo ver entonces, aun algo borrosa, la
imagen de su Amo, que frente a ella, sostenía abierta una preciosa caja plana,
de madera con detalles tallados, forrada con terciopelo rojo y que contenía en
su interior un hermoso collar de metal.
- - Esto
es para ti.
julia le
miró, tomó el collar entre sus temblorosas manos, y sus ojos se empañaron en
lágrimas al contemplar la leyenda escrita en su interior.
“Siempre”
Alzó la
mirada, tras su Amo se encontraba francesca, de la mano de su Señor Giovanni,
que había pasado inadvertido hasta ese momento a pesar de llevar un
espectacular traje dorado. Ambos acompañados del resto de comensales, amigos
íntimos, que despojados ya de sus mascaras, iban a asistir como testigos a la
ceremonia de entrega.
julia
contempló a su Señor con suma adoración,
permanecía frente a ella, mirándola fijamente a los ojos, entonces se acercó y
la permitió besar la hermosa sonrisa de Aquel que era su Amo, su Señor, el Dueño
de su cuerpo, su mente, su alma y su vida.
Feliz Carnaval a tod@s..!!
vera
Un carnaval para no olvidar jamás.
ResponderEliminarLa Fe.
Hermosa palabra.
La confianza.
Hermosa palabra.
El amor
Maria
Hermoso también si las sientes... Gracias por su comentario Maria.
EliminarUn Saludo.