domingo, 5 de octubre de 2014

Dulces Sueños



Arde mi piel al oír Sus pasos aproximándose, mi cuerpo se torna en una inexistente orden que le obliga a postrarse, casi involuntariamente, sin ser consciente de cada movimiento.

Al contacto con el frío suelo puedo sentir como mi piel se eriza, se estremece,  todos mis músculos se tensan, y únicamente puedo notar el cada vez más rápido latir de mi corazón, la ansiedad que me embarga, la dulce espera, el momento más deseado.

Puedo sentirle frente a mí, pero no puedo verle, mis ojos se sumen en una oscuridad obligada humedecida por mis propias lágrimas de dicha, oscuridad en la que permanezco con el fin de poder vivir ese momento con toda su plenitud, respirando cada segundo a fin de encontrar el modo de que pueda hacerse eterno, que permanezca en mí por siempre.

Suspiro con intensidad mientras me entrego a la leve caricia de Sus dedos, acompañándolos mientras alza mi mentón, hasta el momento en que me ordena abrir mis ojos para encontrarme al fin con los Suyos.

La oscuridad y las lágrimas que empañan mis ojos, nublan levemente la más ansiada imagen, parpadeo y un breve sollozo se escapa de entre mis labios al poder ver al fin Su rostro, Sus ojos brillando, Su hermosa sonrisa, la muestra de Su sentir.

No puedo sino volver a entornar los ojos al notar el suave calor de Sus labios acariciando los míos, Su aliento penetrando en mí, entregándole a mis pulmones un aire que hasta ese momento les había faltado. Un implacable dolor me invade al percibir que de nuevo se alejan Sus labios de mi boca, sollozo sin poder evitarlo ante tan intensa necesidad de no dejar jamás de sentirle.

Acaricia con suavidad mi cuello desnudo, sabe de mi necesidad, del deseo de sentir el cuero ciñéndolo, presionándolo y a la vez ofreciéndome la más ansiada caricia, símbolo de que le pertenezco. Mi respirar se acelera al sentir Sus manos presionando, negándome el aire para devolverme de nuevo a la vida de un modo mucho más intenso, haciéndome sentir plena, viva y enormemente feliz sabiéndome en Sus manos, en Su poder.

Deseo entregarme al placer de Su tortura, al cálido tacto de Sus manos, al intenso sufrimiento del dolor más dulce,  a la enorme dicha de poder realizar Sus más oscuros deseos, de obedecer sin límite ni condición todas Sus órdenes, ofrecerme como el más abnegado sacrificio de Sus más ocultas fantasías, de darle todo el placer que quiera recibir.

Únicamente enredada en Su obra, en el más bello arte que crea en mí, alrededor de mí, con el tacto, la caricia, la presión de Sus cuerdas, inmovilizándome, dejándome indefensa, a Su voluntad, formando con Sus propias manos la crisálida que me tornará mariposa, que me hará florecer entre Sus manos… Únicamente en la prisión que con Sus manos para mí crea, es donde me puedo sentir eternamente libre.

Es el dolor que le ofrezco mi placer, mis gemidos, mis gritos, los que le entrego desde lo más profundo de mi alma, recibiendo los más hermosos versos que en mi piel escribe a cada golpe, creando arte sin necesidad de palabras, únicamente con los sonidos de mi dulce dolor, de mi más sincera entrega, de la música que nos envuelve, de nuestras respiraciones acompasadas, del más intenso placer que a ambos nos colma para elevarnos más allá del cielo.

Es únicamente Suyo mi placer, aquel que humildemente acepto agradecida, a fin de poder ofrecerle el Suyo propio, brindando mi boca para recibir la más anhelada honra de sentir emanar Su preciada esencia entre mis labios, cual dulce néctar, sintiendo la mayor de las dichas al ser usada, consagrando cada milímetro de piel, todo mi cuerpo, hasta el más ínfimo pensamiento que pueda ocupar mi mente, y el ardor más brillante del fondo de mi alma a Aquel al que he de pertenecer por siempre.


Mi mayor deseo es únicamente donar el cúmulo de sentimientos que explotan cada noche en mi interior, que me humedecen y me convierten en un ser entregado a la más recóndita perversión de unas manos en las que deseo permanecer, sin poder hacer nada por evitarlo, sin querer hacerlo tampoco, viendo únicamente el resplandor, como el de los fuegos de artificio, esperando, anhelando en lo más profundo de mi alma ver un día cumplidos mis Dulces Sueños.



vera 





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