jueves, 15 de mayo de 2014

SEÑOR




Aquel que vio mis primeros pasos cuando me creía invisible, cuando empecé a caminar, el que me tendió su mano y alzó mi mirada para que fuera capaz de volver a hacerlo tras caer al tropezar.

Con el mismo peso en mi interior, el de mi sentir, consciente, sincera e imperfecta, pero sobretodo llena de agradecimiento, se despide esta  sumisa...  aunque con un simple hasta luego. Su luz dejó de brillar en mí, para seguir brillando a lo lejos, para permanecer ahí donde siempre pueda verlo, en el lugar donde siempre estuvo…

Sujetó mi mano mientras de nuevo me atrevía a trepar a la bella aunque vertiginosa altura de mis tacones y a su vez acompañó mi paso para que fuera seguro y firme.

Me mostró el dolor, el placer, de mis propias manos que eran las suyas, recorriendo mi cuerpo, conociéndolo, valorándolo, me enseñó que podía cruzar barreras, me ordenó ceñir cuerdas a mi cuerpo con la única intención de hacerme libre.

Él, que no solo me iluminó y me enseñó el camino, me acompañó por él mostrándome la belleza de todo aquello que podía ver alrededor, sin dejar de andar, sin modificar el ritmo de mi paso.

En lugar de cohibir o canalizar mi explosión de sentimientos incontrolados simplemente me mostró el modo de ver en ellos la belleza, del mismo modo en que se aprecian los fuegos de artificio, dejándolos brillar en el infinito, entre las estrellas, me enseñó a mantener los ojos abiertos, para ver su destello brillar en ellos, desde una zona segura, desde la calma.

Me permitió vivir, sentir, alentándome, disipando mi temor, reafirmando mi esencia, valorando mi entrega, me preparó para el que un día será mi Amo, sin embargo no me dejó en sus manos, me dejó las mías propias, unas manos que ahora no tiemblan ante la duda, aquellas en las que Él confió para esta vez ser capaz de elegir mejor.

Me regaló un destello de luz para prender la mía propia, ya no brilla en mí su luz pero ese destello permanecerá en mi interior para siempre, en mi alma.

El que me hizo crecer mostrándome el modo de seguir creciendo, aquel que no fue ni pretendió ser mi Amo, mi Dueño… humilde aunque consciente del trato que merece, de lo que sin duda alguna es… Todo un Señor.

Mil Gracias.




vera.





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