martes, 19 de noviembre de 2013

Tarde de Invierno



A los pies de mi Amo, desnuda, puedo notar como a momentos me observa por debajo de su libro, siento su placer al tenerme dispuesta en todo momento, a la espera de una simple orden suya. Contemplo las llamas y espero, oyendo únicamente el crepitar de la madera en el más absoluto silencio, tranquila por estar junto a Él, feliz por tocarlo, por sentirlo, por saberme suya.

Permanezco durante largo rato, a la espera, deseosa de que me permita acariciarlo, anhelando poder tener su polla en mi boca, poder sentir su placer cálido derramándose en ella. Mas debo ser paciente, pues se que eso es lo que mi Amo desea de mi en este momento.

Con total tranquilidad, mi Amo, deja su libro a un lado y se incorpora frente a mí. Sin mediar palabra, me toma del cuello y me insta a levantarme, para después, aun con su mano acariciando mi cuello, besarme intensamente. No necesito palabra alguna para saber qué es lo que desea de mí, así que me limito a seguirle hasta la habitación. Antes de entrar en ella, me ordena que me arrodille y espere en la puerta hasta que Él me permita entrar.

Tras unos minutos, en los que debido a la intriga la espera me resulta eterna, mi Amo sale de la habitación, me toma de la mano, me levanto y entro tras él. Noto el calor de las velas, y puedo ver su luz brillando sobre mi piel desnuda, iluminándome tenuemente. Inconscientemente, y debido a mi excitación, aprieto un poco la mano de mi Amo, y él con cariño lleva la mía a su boca y la besa tiernamente.

Sobre la cama hay dos paquetes, dos cajas de cartón de color burdeos con adornos plateados. Mi Amo me hace sentarme en el borde de la cama y me explica que uno de los paquetes es para mí, el otro, aunque también debo abrirlo yo, será para él.

Me deja elegir el orden en el que abrir los paquetes, y decido abrir primero el suyo. Al abrirlo, descubro un látigo de colas, de color negro, lo toco y puedo notar su suavidad entre mis dedos, por un momento pienso que… parece imposible que con ese tacto tan suave ese accesorio pueda llegar a provocarme dolor en las manos de mi Amo.

Absorta con lo que acababa de descubrir, no me había percatado de que mi Amo me estaba mirando fijamente y me sonreía, levanté la vista, y al mirarlo, no pude más que arrodillarme a sus pies y ofrecerle el látigo a la vez que bajaba de nuevo la vista hacia abajo. Mi Señor toma el látigo de entre mis manos, lo deja sobre la cama, y me coge de los brazos para que vuelva a sentarme en la cama y abra el otro paquete.

Al abrirlo, descubro un pañuelo de seda negro, casi transparente, cubriendo algo que parece brillar por debajo de él. Al levantar el pañuelo, y ver lo que había debajo, alzo la mirada hacia mi Amo, excitada pero intrigada a la vez,  pues lo que acababa de ver eran unos grilletes, y una cadena brillante con un mosquetón en uno de los eslabones del centro. Mi Amo, me coge de la barbilla y me dirige la cabeza con sus dedos hacia un punto en el techo, en la esquina de la habitación. Allí puedo ver entonces lo que hasta ese momento no había visto, del techo sobresalía una pieza metálica como una especie de argolla.

Es en ese momento cuando puedo imaginar perfectamente para que sirve, y por si albergaba alguna duda, la sonrisa de mi Amo y sus ojos de deseo me hacen ver  con total claridad para que es todo aquello.  Al darme cuenta, inmediatamente puedo notar como  mi excitación aumenta, y me siento cada vez más y más húmeda. Cojo los grilletes atados ya a la cadena y me los sujeto a las muñecas, para posteriormente ofrecerle la cadena y mis manos a mi Señor, que me mira con satisfacción aun sin decir nada.

Toma mis manos con suavidad y las examina para asegurarse de que los grilletes no me aprietan demasiado, se acerca a mi oído y dulcemente me susurra  “te deseo”. Después coge el mosquetón atado a las cadenas y me dirige hacia la esquina de la habitación, justo debajo de la argolla.

Ata el mosquetón a la argolla y baja rozándome con sumo cuidado, por las muñecas, los brazos, acariciándome hasta llegar a mi cintura, donde me sujeta, me aprieta contra él y me pregunta si recuerdo la palabra de seguridad, asiento, “si Amo”  y me besa justo después de oír mis palabras.

Se dirige hacia la cama, y coge el pañuelo de seda que sigue sobre ella, vuelve hacia mi y me lo ata de manera que no puedo ver nada, solo sentir su cercanía, su calor y sus caricias en mi mejilla al retirar sus manos después de atarme el pañuelo a los ojos y besármelos uno tras otro por encima de él
.
Puedo sentir como se aleja de mí, dejándome indefensa, atada, con los brazos por encima de mi cabeza, sintiendo el frio y la ansiedad tras su momentáneo abandono. Mas no tarda en volver, noto que me roza algo suave, en los labios, el cuello, los pezones, el estomago, hasta llegar al interior de mis muslos y rozar suavemente mi clítoris ahora tremendamente húmedo por la excitación.

Noto de nuevo como se aleja de mí, y puedo oír un pequeño chasquido. Inmediatamente siento como ese chasquido, estalla contra mi piel, varias veces, en mis pechos, primero suave, luego cada vez más fuerte, variando de intensidad, bajando a mi estomago, a mis muslos, hasta que de repente, golpea en mi coño rozándome con suavidad el clítoris y provocándome un fuerte grito de dolor y de placer a la vez, noto las colas del látigo, una a una como rozan mi coño, una y otra vez, siento como estallan en él provocándome un fuerte dolor y el mayor placer que había sentido jamás.

De pronto, los golpes cesan, desolado por el abandono, mi cuerpo tiembla como una hoja a causa de las sensaciones, de la excitación, y siento que si no estuviera atada al techo me desplomaría en cualquier momento.

Mi Señor se acerca a mí, me besa en los labios con mucha suavidad y con sus manos desata el pañuelo de mis ojos. Mientras recupero la visión puedo ir visualizando la imagen de mi Amo, con esa mirada tan intensa, esa mirada de placer absoluto que me hace sentir orgullosa de haberle complacido.
Se acerca a mi oído y me susurra bellas palabras de aliento mientras me libera de las cadenas que me sostienen y que  ya empiezan a entumecer mis brazos.

Aunque intento por todos los medios que mis piernas soporten el peso de mi cuerpo, no lo consigo, me desplomo en los brazos de mi Amo temblando todavía. Me lleva hasta la cama y me arropa tiernamente, se desnuda, se mete en la cama conmigo y me abraza.



Es en ese mismo momento cuando me siento tocar el cielo, orgullosa de servirle, feliz de sentirlo conmigo. Me aferro a los brazos de mi Amo y no puedo evitar derramar algunas lágrimas, por sentirme tan dichosa, por sentirme completa, por sentirme suya.


vera_de_E.







3 comentarios:

  1. Simplemente precioso Vera. Un respetuoso saludo a tu Señor.
    Besos.

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  2. Vera...un relato veramente exquisito, delicisioso y muy morboso.

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  3. Me alegro de que le agrade Amo, y deseo fervientemente tener de nuevo sus manos sobre mi para que me inspire muchos mas relatos como este. Un Beso Enorme y siempre a sus pies .

    Gracias Moet, Un besazo para ti tambien, y un cordial saludo para tu Amo.

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